Tu relato dignifica el recuerdo infantil de
lo que fue un tapón de sentimientos colándose en lo más destructivo de mis
neurotransmisores. Con sonrisas apelo a tus palabras, deseando soltarme de la
atribución que genero mientras sale de tu factible mirada, un rayo picaresco de
conjuros.
Mirando el reflejo de la noche sobre el río,
con su contracara de ventanas rociadas de atardecer, una carretera de huesos y
formulas secretas, que despiertan unidos en tu cama.
Como puertas de madera con sus picaportes que
pelan, y ampollan la piel; sol y humo en la velocidad del viento que absorben
el paisaje. Ser el ruidoso, ser la de arriba, sensato e incrédulo de tu cintura,
disolviendo tu piel, tus sabanas, mi voraz fluidez.
Elija sin fe, entone sin ritmo, silbe que
sirve, aguántese q me amaño.