jueves, 30 de septiembre de 2010

trocando buses


Olores, la importancia del olfato en una oración repetida.
Un par de veces, sin querer, huelo mi aliento; creo que por desagradable que se siente el echo de que se esnifen el perfume imitación a mi lado, como si fuera yo el culpable de tanta repulsión, a veces la casualidad no abre el paso.
El mundo, la ciencia, y vos. Simplezas tan vertiginosas me conmueven, como rutas que anduviste o que anduvimos, y saber de tu carácter hace que este bondi no se me pase. Se suelen escabullir, no abrir la puerta, o tardar. Y por moustrosos y torpes que parezcan, éste, no se me pasa.
Bardié el “cel” por una canción frutal, trozos de conversación y mas apatía. Estoy tan vinculado como enculado y me pregunto por la desventaja de que me enganches siempre luchando con un cigarrillo.
Comienza a sonar Chichi Peralta, estratégicamente cedo el asiento y me acomodo cerca del motor, viajar en el fondo con vos me es increíble y siento que ya me podría bajar, aunque esta puerta tendría que abrirse donde pueda leer tu mirada.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

70%


Montones de partículas de vapor de agua enamoradas paseándose por mis poros, entrando por mis mucosas, llegando a mis bronquios, logrando enamorarme a mi también.
El vapor pausado que se emana, logro detenerlo con la mirada, como sonoro Dub dando vueltas intrincadas, como la anatomía de tu oído. Surcando el palpito que marcan tus latidos sobre la piel, mi olor a chivo ya no se nota, ni mi cara de dormido, porque estoy entrando en ese estado de nerviosismo patente que nos asusta tanto.
Cuando la madera y el metal comenzaron a marcar el ritmo, entraron al compás y la melodía continuó. Y así fue, estuve tratado de hacer que no, leyendo literatura de otra época, pero acabo de darme cuenta que tengo la cabeza partida al medio y abierta como un libro, se me caen las ideas como hojas;
Hasta sabía que mi cabeza era frágil ante este tipo de cosas y que corría el riesgo que me caiga la ficha. Simplemente la cabeza atravesada por un metal filoso de tristeza, que cuando abra los ojos se expandan con el frío y se dilaten con calor.