domingo, 23 de marzo de 2014

Mecetas



Tu relato dignifica el recuerdo infantil de lo que fue un tapón de sentimientos colándose en lo más destructivo de mis neurotransmisores. Con sonrisas apelo a tus palabras, deseando soltarme de la atribución que genero mientras sale de tu factible mirada, un rayo picaresco de conjuros.

Mirando el reflejo de la noche sobre el río, con su contracara de ventanas rociadas de atardecer, una carretera de huesos y formulas secretas, que despiertan unidos en tu cama.

Como puertas de madera con sus picaportes que pelan, y ampollan la piel; sol y humo en la velocidad del viento que absorben el paisaje. Ser el ruidoso, ser la de arriba, sensato e incrédulo de tu cintura, disolviendo tu piel, tus sabanas, mi voraz fluidez.

 Elija sin fe, entone sin ritmo, silbe que sirve, aguántese q me amaño.

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