viernes, 21 de mayo de 2010


Es ese momento que uno deja atrás, y el paso no es más seguro.
Ese momento en que uno no puede marcar un ritmo, ni hablar de rumbos…
Son los pies que se sienten atérmicos, sabiendo que descalzo te sentís inseguro, más la convicción del más obvio. Te ves bien, olés bien y podés asegurar las mentiras centenarias.
Vi mil rayos caer sobre la tierra, y la vi aguantárselos uno tras otro. El cielo parecía realmente enojado como si estuviera llevando a cabo su venganza.
No había seguridad alguna arriba del bus.
Con una tormenta de tal magnitud estaban nuestros destinos atados en alguno de esos relámpagos fogosos. Admirando la casualidad del momento en que nos encontró la tempestad, tan indefensos, tan a merced de ella… y el vacío de la ruta. Me quedo callado, busco el silencio de los que me acompañan. Quieto, con la mirada fija al este, aprovecho a sacar conclusiones, afirmando en voz alta, que fue uno de los veranos más húmedos de mi vida.

miércoles, 19 de mayo de 2010




Ayer hice cosas que nos hago todos los días.
Desde temprano instintivamente me uní con otros hombres, jugué un picadito, y a la tarde protesté contra la violencia burócrata-policial que reside en mi barrio.
Así, transcurrió el día, repentinamente, hasta que hable con vos.
Fue, cuando toditas mis mañas se sintieron a gusto para salir, cuando mi atención se focalizo en tu mirada, en tus manos, y en las cosas que me decías;
Como si estuvieras esperando algo, mis agotadas percepciones crecieron, se llenaron, y volvieron a menguar.
Las ideas me brotaron mezcladas y la hora que compartimos se pasó.
Hoy tengo: unas valiosísimas horas de sueño, tus labios imperativos en mi cabeza y una receta deliciosa esperándote.