Otra guerra se desata en las antinomias de la niebla espectral y en su adversa visibilidad.
Van quedando tendidos los pasacalles al deseo del viento. Sin mensaje;
las veredas, las puertas y los buzones tenderían también al captar el amanecer
en tu mirada solo si los tiempos no fueran comensales ansiosos y repentinos.
Los gritos reirían a carcajadas, y entonarían canciones como las de
antes que transformarían los tanques de agua en sierras y las torres en picos y
montañas.
Quedaría prediciendo con el olfato tus besos, resguardando tus codos,
midiendo lo rasurado de mi cara y lo estrecho de tus hombros; mordiendo las
lenguas desenvueltas, me vería husmeando miradas encarnizadas ante la vida.
Así, oponiendo a la disparidad, lanzando una libertina ambigüedad, para
crearte tal cual te imagino.
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